Una de las más conocidas fue el acuerdo para casar a Jacobo IV de Escocia con la hermana del rey Enrique VIII de Inglaterra, lo que quizá podría llevar a la unificación de las coronas. No obstante, no todo salió como se había planeado y los franceses, que siempre habían gozado de buenas relaciones con los escoceses, pidieron a Jacobo que desviara el interés de Enrique en conquistar Europa. La batalla que se originó como resultado resultó ser un auténtico desastre para los escoceses.
Años más tarde, la quinta hija de Jacobo, María, Reina de los Escoceses, heredó la corona, pero al ser católica se vio forzada a abdicar en favor de su hijo, Jacobo VI, y finalmente María apeló a la misericordia de su prima Isabel. La sucesión de hechos que siguieron, a menudo contados de forma inexacta en las producciones de Hollywood, resultaron en la ejecución de María.
Cuando Isabel I de Inglaterra falleció sin descendencia, Jacobo VI de Escocia heredó también la corona inglesa. Así se dio la unificación de las coronas y el rey Jacobo pasó a llamarse Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra.
Cuando Jacobo decidió gobernar desde Inglaterra, en realidad entregó Escocia a Gran Bretaña en bandeja de plata. El propio rey de Escocia entregaba la independencia que tanto había costado conseguir. ¡Robert de Bruce estaría revolviéndose en su tumba!
El nieto del rey Jacobo, Jacobo VII de Escocia y II de Inglaterra se convirtió al catolicismo y la nueva Inglaterra protestante entró en pánico. Se invitó a la hija de Jacobo, María, y a su esposo, Guillermo de Orange, a que la invadieran y Jacobo fue derrocado. Los partidarios de Jacobo, toman su nombre de la versión en latín del nombre Jacobo, “Jacobus”.
Los levantamientos no tuvieron éxito en 1689, ni en 1715 ni en 1717. También falló el intento de su nieto, Bonnie Prince Charlie (el príncipe Carlos el Hermoso) en 1746, que fue derrotado en la batalla de Culloden.
En 2014 se celebró un referéndum para determinar si Escocia deseaba separarse del resto de Gran Bretaña. Se rechazó la independencia por un margen muy pequeño. Hay quien piensa que se volverá a proponer en el futuro y que parece raro que un país rechace su propia independencia, mientras que otros prefieren la unión en pos de la estabilidad.
Lo único que podemos decir desde el Royal Scot es “¡siga este espacio!”